La faja es una de las piezas corseteras más antiguas, ha acompañado a las mujeres (y cada vez más a los hombres) a lo largo de la historia. Ha cambiado de materiales, de formas y de usos, pero su objetivo principal siempre ha sido el mismo: ofrecer soporte, moldear la silueta y dar seguridad. Pero, no todas las fajas sirven para lo mismo, ni todas se deben usar de la misma manera.
En este blog te explicaré para qué sirve realmente una faja, los tipos que existen y cómo usarlas correctamente para que consigas el efecto que buscas sin sentirte incómoda o apretada.

Cuando vamos en busca de una faja lo primero que pensamos es en la estética. Las fajas comprimen y sostienen ciertas zonas del cuerpo (abdomen, cintura, caderas, muslos) para crear una silueta más uniforme y definida bajo la ropa. Son ideales para eventos, ocasiones especiales o prendas ajustadas.
Muchas fajas, sobre todo las de compresión media o alta, ayudan a mantener una postura más erguida. Esto no solo estiliza, también evita sobrecargas en la zona lumbar. Además, en ocasiones las fajas son recomendadas por médicos para:
Fajas para favorecer la recuperación del abdomen tras un parto.
Acelerar el proceso de desinflamación después de una cirugía estética o abdominal.
Mantener firme la zona intervenida y dar sensación de seguridad.
También existen fajas o cinturones especiales para entrenamiento que ayudan a proteger la zona lumbar durante ejercicios de fuerza y levantar peso.
Existe una faja para cada ocasión:
- Moldeadoras: las más comunes, pensadas para estilizar bajo la ropa.
- Reductoras: buscan generar una compresión más fuerte, a veces con materiales térmicos.
- Postquirúrgicas y postparto: fabricadas en tejidos hipoalergénicos y de compresión específica.
- De uso deportivo: cinturones anchos que refuerzan la zona baja de la espalda
Al igual que en los sujetadores, elegir tu talla ideal de faja es lo más importante. Una faja no debe cortarte la respiración ni dejar marcas dolorosas. Si está demasiado ajustada, puede perjudicar la circulación y causar molestias.
Si no estás acostumbrada a usarla, lo ideal es que empieces con períodos cortos (2–3 horas) y vayas aumentando poco a poco. Es muy importante siempre escuchar a tu cuerpo. Además, la faja puede estilizar y darte soporte, pero no sustituye una vida activa ni una buena alimentación. Es un complemento, no una solución permanente.
Por último, colócala siempre sobre piel limpia y seca, evita aplicar cremas grasas justo antes de ponértela, ya que pueden dañar el tejido. Si tienes que lavarla, hazlo con agua fría y jabón neutro, nunca en lavadora ni secadora.
Si no sabes cómo colocarte bien una faja, haz click aquí para ver un video de cómo hacerlo.
No utilices la faja para dormir, durante la noche: tu cuerpo necesita descansar sin compresión. Si sientes dolor, adormecimiento o dificultad para respirar no te la pongas o contáctanos para ayudarte con la talla, seguramente no sea la correcta. Si vives en lugares con climas muy calurosos o tienes problemas de circulación, no recomendamos usarla, salvo recomendación médica.
La faja es una prenda versátil que moldea, estiliza, ofrece soporte y acompaña procesos de recuperación. Pero su uso debe ser consciente: la talla, el tiempo y el tipo de faja marcan la diferencia entre un aliado de belleza y bienestar, o una prenda incómoda y dañina.
Si la cuidas y la eliges con criterio, tu faja puede convertirse en una herramienta de confianza y confort, tanto en ocasiones especiales como en el día a día. Escríbenos 674264377 y te ayudamos a econtrar tu faja ideal :)